¡Qué tarde más especial vivieron las personas Sordociegas de Córdoba!
Sergio, unos de nuestros socios, nos cuenta en primera persona cómo fue esta experiencia.
¡Qué tarde tan especial he vivido hoy, viernes 21 de febrero de 2025! Las personas sordociegas de Córdoba tuvimos la suerte de visitar varios lugares turísticos emblemáticos de la Judería. El punto de encuentro fue el restaurante Taberna D’Uclés a las 15:45.
En primer lugar, nos encaminamos hacia la Calleja del Pañuelo, cercana a la Mezquita. De estilo morisco, parte de la plaza de la Concha. Mientras caminábamos, extendimos los brazos y pudimos comprobar que su anchura no es mayor que la de un pañuelo, como los que lucían los caballeros de antaño en las solapas de sus levitas y gabanes. Al final de la calleja se abre una pequeña plaza decorada con una fuentecilla de barro cocido con hornacina, que en su día daba a un pozo árabe decorado con azulejos. También encontramos algunos naranjos y restos de una columna. El suave murmullo del agua y el aroma del azahar nos envolvieron en una atmósfera de paz y tranquilidad.
Cabe destacar que esta calle antes se llamaba Pedro Jiménez, en honor a un soldado que participó en los Tercios de Flandes y que, según la tradición, dio origen al vino Pedro Ximénez. De ahí que podamos encontrar alguna que otra parra en su honor.
Cuando nos repusimos del hechizo, nos dirigimos al Monumento a los Enamorados, inaugurado en 1971 por el escultor Pablo Yusti Conejo. El conjunto es un templete formado por cuatro columnas sin basa, un tejadillo y un pedestal con dos manos unidas, simbolizando el amor entre el poeta Ibn Zaydun y la princesa y poetisa Wallada, quienes vivieron en el siglo XI. Este idílico amor se truncó cuando ambos sucumbieron a los celos: Ibn Zaydun, aún enamorado de la princesa, tuvo que exiliarse en Sevilla, donde murió de pena poco tiempo después.
En el mármol del monumento pueden leerse dos poemas de cada poeta, cuyos versos aparecen en castellano y árabe:
Tengo celos de mis ojos, de mí toda,
de ti mismo, de tu tiempo y lugar.
Aún grabado tú en mis pupilas,
mis celos nunca cesarán…
Wallada
Tu amor me ha hecho célebre entre la gente.
Por ti se preocupan mi corazón y pensamiento.
Cuando tú te ausentas, nadie puede consolarme.
Y cuando llegas, todo el mundo está presente.
Ibn Zaydun
A continuación, visitamos los Baños Califales, situados en Campo Santo de los Mártires. Se cree que pertenecieron al antiguo alcázar omeya, hoy sede del obispado. Fueron construidos por al-Hakam II en el siglo X y sufrieron diversas reformas a manos de los almorávides y almohades durante los siglos XI y XIII, respectivamente.
Tras la conquista cristiana de la ciudad en 1236, estos baños continuaron utilizándose hasta que, un siglo más tarde, cayeron en desuso. En 1903, don Rafael Ramírez de Arellano los descubrió casualmente mientras se realizaban unas obras municipales de ajardinamiento, pero meses después estos restos fueron nuevamente soterrados. Entre 1961 y 1964, don Félix Hernández y don Rafael Castejón, que estaban realizando excavaciones en busca de enterramientos de época califal, sacaron a la luz dicha construcción. En el año 2006 se inició su restauración y puesta en valor turístico.
Cabe destacar los vídeos explicativos en lengua de signos y audiodescritos, que nos relatan la historia del yacimiento, así como un museo con restos arqueológicos encontrados durante la excavación y unas maquetas que recrean cómo era el edificio en su época de máximo esplendor. De fondo, la música árabe y el aroma a incienso nos transportan mágicamente al siglo X, cuando Córdoba era la capital del Califato de al-Ándalus.
Siguiendo el clásico modelo de las termas romanas, los baños se articulan en torno a un conjunto de estancias: vestuario y salas de agua fría, templada y caliente y sauna. Las bóvedas, iluminadas por lucernarios en forma de estrella, se apoyan sobre arcos ultra semicirculares sostenidos por capiteles y columnas de mármol. Sus muros de sillería están revestidos con yeserías talladas con motivos de ataurique y franjas epigráficas.
Los baños no solo se utilizaban con fines higiénicos, sino también como lugar de reunión social. ¡Gracias a Antonio, el guía que nos atendió, todo un profesional interpretando en lengua de signos, por hacer la visita tan amena e interesante!
Concluida la visita, nos dirigimos a un bar cercano a disfrutar de una estupenda merienda, momento que aprovechamos para socializar entre nosotros y, en mi caso, practicar la lengua de signos y el dactilológico en palma.
¡Por esta tarde y por muchas experiencias más como esta! Gracias a todos los participantes, a Inma y Mila, guías intérpretes de Córdoba, y al voluntario y mediador comunicativo Paco Madu, todo un profesional con un don especial para llegar al corazón. Un gran amigo y una excelente persona. Sin vosotros, nada de esto hubiera sido posible.
¡Sois creadores de momentos excepcionales! ¡Os quiero! De verdad, muchas gracias por estos mágicos ratitos y por hacerme tan feliz.

